El cuerpo también habla…
Cuando nacemos, no somos capaces de pronunciar palabra. Aún así, reconocemos inmediatamente a nuestros progenitores. Por la forma de mirarnos, por el olor y por su forma de cogernos nos sentimos protegidos en sus brazos o cuando están cerca. No entendemos que significan las palabras te quiero, “que bonito eres”, “te voy a proteger”… pero, aún así, entendemos que son personas que nos quieren y con las que nos sentimos protegidos.
Parece que con el tiempo adquirimos la herramienta de la palabra y poco a poco dejamos de prestarle tanta atención al cuerpo. Incluso pasamos una época en la que las muestras de cariño nos hacen sentir incómodos. Empezamos a utilizar la palabra como fuente principal de comunicación y dejamos de leer, observar y entender aquello que el cuerpo habla…
La experiencia de trabajar con personas, sus ideas, sentimientos, emociones y vivencias me ha enseñado que viven experiencias muy agradables cuando se les indica que no utilicen la palabra en la interacción con los demás. Me comunican que han visto y sentido mucho más que en las conversaciones previas. Cuentan que han podido ver en sus ojos mucho más que cuando se miraban hablando con palabras. Que han tenido más contacto físico y eso les relaja, les gusta, les acerca más. Algunos dicen tener un sentimiento de vulnerabilidad, y se hacen conscientes de sus propias barreras, de lo que esconden cuando usan la palabra. Se sienten desnudos, pero entonces observan al resto, que también se encuentran desnudos y acceden a tener una conversación sin palabras.
¿ Y nosotros? ¿Escuchamos nuestro cuerpo?
El cuerpo y la mente son funcionalmente idénticos, esto es, los procesos se dan tanto en uno como en otro. Así pues, podemos dominar muchas situaciones a través de la consciencia y trabajo corporal. Cuando una situación nos provoca ansiedad , nuestro cuerpo se tensa. Cuando la emoción que se produce es tristeza lloramos, o nuestra mandíbula se tensa hacia delante con ademán de hacer pucheros. Ante una situación de miedo sentimos escalofríos. Con la angustia sentimos un nudo en la boca del estómago…. Como vemos, todas las reacciones, sentimientos y emociones se expresan también en el cuerpo y por ello es importante reconocer su modo de expresarse, de salir al exterior. Hay algunas emociones que se anclan en el cuerpo a modo de bloqueos, bloqueos que siguen alimentando nuestra coraza caracterológica. Podéis verlo en personas de vuestro alrededor, personas que adoptan una postura defensiva, hombres y mujeres que muestran los hombros inclinados hacia delante permanentemente, o erguidos que parecen que están colgados desde arriba y parecen casi no tocar el suelo. Algunos agachados, en posición sumisa… Cuando vemos a alguien así, atribuimos rasgos de la personalidad en función a su postura, su forma de mirar (si es relajada o altiva), su lenguaje no verbal, su corporalidad nos dice mucho del individuo en sí. Si empezamos a escuchar nuestro cuerpo y a ser más conscientes de él, nos ayudará a entender aspectos de nuestro carácter y nos allanará el camino cognitivo para facilitar la mejora de los mismos. Además de hacernos sentir mejor, de dominar más determinadas situaciones y a vivir otras libre de carga y tensiones.